Magallanes cuenta con un tasa de positividad del 50%, cuando está en medio de la segunda ola de la pandemia, convirtiéndola en la región más golpeada por la el virus aun cuando mantenían la cuarentena vigente desde final de agosto.
La aparición de una nueva mutación del virus y factores climáticos son algunas de las teorías que han dado una posible explicación a lo que está sucediendo en Magallanes. Se suma el alto nivel de movilidad promedio detectado en Punta Arenas en septiembre por el Instituto Sistemas Complejos de Ingeniería (ISCI).
El estudio, liderado por investigadores de la U. de Chile, plantea que mientras en abril Punta Arenas “registró una reducción de movilidad promedio de 40%, en septiembre registra una reducción de movilidad promedio de 26%, con respecto a las semanas de referencia”, los indicadores de movilidad promedio tras la segunda cuarentena decretada para la zona, fueron un 35% mayores a los registrados durante el primer período de confinamiento.
El informe elaborado en base a la información sobre el uso de infraestructura de telecomunicaciones, estos registros indican que la segunda cuarentena en Punta de Arenas tuvo un impacto menor a la primera.
Frente a este incipiente agotamiento de las cuarentenas como medida de control y contención de la pandemia, Leonardo Basso director del ISCI y académico de la Universidad de Chile, plantea que debe insistirse en alternativas que no son nuevas.