En el extremo sur de Chile, un grupo de campesinos de Tierra del Fuego mantiene viva la tradición ancestral de la Minga, una práctica colaborativa que les permite enfrentar las desafiantes condiciones climáticas de la región.
Este año, un grupo de 15 hombres y mujeres se reunieron para preparar compost colectivo, un fertilizante natural que utilizarán en septiembre para mejorar la tierra antes de la siembra.
“La minga es nuestra forma de vida, todo lo que hacemos es natural, sin químicos, porque queremos ofrecer alimentos sanos y nutritivos a nuestra comunidad”, comenta Margot Ruiz, agricultora de Porvenir y descendiente de mapuches huilliches.
Héctor Morales, agricultor y avicultor, destaca la importancia de la colaboración: “Siempre hacemos mingas, ya sea para construir invernaderos o cualquier otra tarea. Es la única forma de salir adelante; asociarse con el vecino y ayudarse mutuamente”.
Juana Ruiz, dueña del predio donde se realizó la actividad, agrega que “nos organizamos y nos apoyamos mutuamente en todas las tareas”.
La Seremi de Agricultura, Irene Ramírez, y el Director Regional del INDAP, Gabriel Zegers, valoraron el impacto positivo del trabajo conjunto en la agricultura local. “El convenio entre el Gobierno Regional e INDAP demuestra que cuando los organismos públicos colaboran, se favorece el desarrollo”, afirmó Ramírez.
Felipe Sánchez, Asesor Técnico del PRODESAL, destaca cómo los agricultores chilotes han llevado consigo la cultura de la minga a Tierra del Fuego, uniendo fuerzas para superar las adversidades y avanzar en la soberanía alimentaria de la región.